lunes, 30 de abril de 2007

Distribucion del ingreso ¿Estamos Bien?





Es común escuchar en la actual discusión que la distribución del ingreso en Chile es una de las peores del mundo occidental. No obstante lo anterior, hay intentos académicos que señalan que las nuevas generaciones tendrían menor desigualdad relativa por que la oferta educativa en el país se ha incrementado notablemente en los últimos años. Esto se ha traducido en una disminución en el retorno o premio a la educación, con lo cual disminuiría la brecha con los que no se educan. Este efecto posibilitaría que los coeficientes de Gini (medida de distribución del ingreso) estén sesgados hacia peores distribuciones de ingreso de las que objetivamente existen, ya que este efecto de más oferta educativa recién se estaría incorporando en los datos sobre los que se calcula este coeficiente. Hay propuestas de políticas públicas para mejorar esta desigualdad distributiva: reformas tributarias, destinar más recursos a presupuestos sociales, mejorar los standards de educación en términos de la calidad entregada tanto a nivel de escuelas públicas como privadas, enfocarse en el crecimiento económico, el que además es sin lugar a dudas efectivo para reducir aún el 20% de población que vive bajo la denominada “línea de la pobreza, y así sucesivamente. Sin embargo, la evidencia de los últimos 30 años para Chile es que el crecimiento económico por si solo no ha podido alterar sustancialmente la desigualdad distributiva.


Pero yo me quiero detener sobre otras variables ampliamente estudiadas en países anglosajones, y que en Chile ya comienzan a medirse. Estas afectan de manera significativa la acumulación de capital que requiere la economía para crecer en el futuro, y además requieren otro tipo de políticas públicas. La discriminación en cualquiera de sus formas (social, racial, religiosa, política, nepótica, etc.) produce una menor disposición a invertir en capital humano, por aquellos grupos que se sienten afectados. La teoría de la elección racional predice que ex -ante los individuos que perciben este fenómeno, ya reducen su intención a invertir en capital humano adicional (“desesperanza aprendida”), y por tanto se resiente la capacidad productiva de la economía. En este caso el mercado fracasa en detener la discriminación y esto genera un círculo vicioso. Debido a que sienten que la inversión marginal no es recompensada por futuros empleadores, subinvierten en su formación, y esto refuerza la discriminación, lo que lleva aún más a detrimentos en su inversión en formación educativa adicional.

La sociedad como un todo por tanto tiene una pérdida neta. En este caso políticas públicas que prevengan de los males de la discriminación redundarán en mayores incentivos para completar y perfeccionar los ciclos educativos de los grupos afectados.No es posible que en Chile aún se discrimine por origen social (es común ver a personas cambiando su dirección en los currículum vitae), por creencia política u de cualquier otro tipo, y esto lamentablemente ocurre tanto en el sector público como privado. En general la sociedad y sus elites permanentemente reafirman su creencia en la economía de mercado, y esto significa en realidad más competencia, menos discriminación y dejar que el mercado funcione.

Ya Adam Smith en la Inglaterra del siglo XVIII, como profesor de ética y moral, escribió acerca del lado humano del individuo, sobre su capacidad de compasión, y al mismo tiempo lo definió como un ser buscando su propio interés; ambas cualidades llevarían a la armonía al individuo y así al bienestar nacional. Si la discriminación persiste, muchas familias chilenas no podrán mejorar significativamente su condición y calidad de vida, y cualquier medida de política económica que intente alterar la distribución del ingreso, tendrá un efecto menor al esperado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
by TemplatesForYouTFY
SoSuechtig