lunes, 8 de octubre de 2007

Economista y su nieta


En el año 2020 un abuelo conversa con su nieta….”Nosotros solíamos enseñar que los mercados debían ser competitivos y que el Estado debía tener un rol mínimo….sólo subsidiario….los Estados empresarios eran sólo caldo de cultivo para la corrupción. Ahhh…también los marcos regulatorios no tenían consistencia….estaban arbitrados a favor de las empresas que ejercían todo su lobby e influencia. También la educación que entregaba el Estado era pésima en los niveles de básica y secundaria. Nos quejábamos también de la baja productividad de la fuerza de trabajo y afirmábamos que las desigualdades eran parte de una economía de mercado que debía sólo privilegiar el crecimiento. Los sindicatos eran un mal necesario, nunca creímos en el rol balanceador de ellos…”sólo había que crecer para distribuir”, era la frase más usada”. También en aquellos años había cierta involución de los Estados de Bienestar europeo; se redujeron los subsidios, y aumentaron la edad de jubilación, pero el acceso a la educación superior seguía siendo un derecho de los ciudadanos. En cambio, hoy en el año 2020 hay desesperanza en la sociedad chilena…..la concentración económica ocurre en todos los mercados…..las PYMEs dejaron de existir como tales, y sólo hay microemprendimiento (por supervivencia) apoyados por “bancos de igualdad” financiados por los mismos mega-grupos empresariales…..la clase política se aggiorno y el emprendimiento y la innovación carecen de vitalidad…..el Fisco tiene acumulado miles de millones de US$ en el extranjero que le rentan cada año menos…..y el sistema de educación superior refleja ese patrón de concentración, así como la incapacidad de proponer reformas y enmendar el rumbo. Si se hubiesen gastado parte de esos superávit fiscales para que hubiesen accedido a la educación superior los grupos más vulnerables de manera más decidida – afirma el abuelo -, tendríamos una naciente clase empresarial, más innovadora y dispuesta a asumir riesgos. La complacencia de la élite, la creencia de que subir la tasa de interés 25 puntos o 50 puntos base es un reflejo de “diferentes visiones de desarrollo”, así como la incapacidad de no generar un Estado eficiente, han dejado a la juventud más pobre en la desesperanza. Les prometíamos que estudiaran duro para acceder a la educación superior, y luego se afirmaba como verdad sagrada “que no había como financiar estas demandas”. Claro que eran financiables…….murmura el abuelo. En el Chile del 2020 las brechas se amplían, el conflicto social se agudiza, y ya las estadísticas de empleo están abarcando también a la población entre 10 y 15 años…..un economista ortodoxo afirma que el desempleo aún es muy alto en este tramo etáreo y señala que “esto refleja la falta de voluntad de políticas públicas para promover el empleo entre los más jóvenes”. El abuelo finaliza esta historia contándole a su nieta que se creó un Comité de Equidad Social en aquellos años, pero que fue incapaz de llegar a la raíz del problema: la insuficiencia aparente de recursos para asegurar el financiamiento a la educación superior a los grupos más pobres. La desigualdad posterior no importa si incluso los hijos de los trabajadores que ganan el salario mínimo, pueden acceder a las oportunidades que brinda el acceso a la educación superior: un cambio de una vez y para siempre en las condiciones de vida.

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